Esta publicación de invitado fue escrita por Jeffrey Zurofsky, director del programa culinario de Newport Academy en Bethlehem, Connecticut.
Lo que comemos no solo afecta todos los aspectos de nuestro bienestar físico, sino que también tiene profundas implicaciones para nuestra salud mental. Una nueva investigación valida que nuestras elecciones de alimentos, cómo obtenemos nuestros alimentos, el cuidado que ponemos en prepararlos y cómo los comemos tienen el potencial de aumentar nuestros niveles de felicidad y resiliencia al estrés.
Los beneficios de cocinar una comida para los demás
Podemos rastrear los beneficios para la salud mental de nuestras comidas hasta nuestro hogar o jardín comunitario. Según nuevos estudios, cultivar nuestros propios alimentos reduce el riesgo de ansiedad y depresión, reduce el estrés y aumenta la satisfacción con la vida. Esto sucede de varias maneras:a través de la exposición a la naturaleza, el ejercicio físico (que tiene beneficios comprobados para la salud mental) y la naturaleza contemplativa de la jardinería (que también ha demostrado mejorar nuestro estado mental).
Una vez que hemos cosechado nuestra comida, hay beneficios que cosechar en el proceso de preparación de la comida. Un estudio reciente publicado en el Journal of Positive Psychology ofreció pruebas contundentes para respaldar lo que todos hemos experimentado:ser creativo mejora nuestro estado de ánimo. Como cocinar es un acto creativo, esos beneficios están al alcance de todos los que preparan con esmero su propia comida. Además de eso, si cocinamos para los demás, obtenemos un beneficio adicional para la salud mental:el "subidón del ayudante", esa sensación de bienestar que sentimos cuando hacemos cosas para los demás. Cocinar y servir una comida, y hacer que la gente la disfrute, instantáneamente crea un ciclo de retroalimentación positiva.
Cómo afectan los alimentos a nuestro estado de ánimo
Luego, por supuesto, están los beneficios para la salud mental de la comida en sí. Nutrientes como ácidos grasos omega-3 (que se encuentran en el salmón, las nueces y las semillas de chía), vitaminas D (huevos) y B (espinacas, champiñones y piña), ácido fólico (pan integral, vegetales verdes y nueces), magnesio ( algas, frijoles y verduras de hoja verde) y triptófano (pavo, huevos y remolacha), entre otros, tienen un impacto medible en la depresión y otras condiciones de salud mental. Una dieta saludable se correlaciona con una mente y un estado de ánimo saludables.
El innovador ensayo SMILES, junto con muchos otros estudios, demuestra el asombroso impacto de la comida en nuestro estado de ánimo; después de tres meses de una dieta saludable, un tercio de los participantes experimentaron una remisión de los síntomas depresivos.