Los marroquíes llaman sonrisas a las grietas de estas galletas. Intente servirlos con su acompañante tradicional, el té de menta.
Coloca las rejillas para dividir el horno en tercios; precaliente a 350°F. Cubra dos bandejas para hornear con papel pergamino.
En un tazón combine las harinas de almendras y sémola, el polvo para hornear y la sal.
Agregue azúcar granulada a un tazón grande para mezclar. Ralla finamente la ralladura de limón sobre el azúcar y frota los ingredientes hasta que el azúcar esté húmedo y fragante. Agregue los huevos y bata con una batidora eléctrica a velocidad media durante 3 minutos. Con la batidora en marcha, vierta el aceite y bata durante 3 minutos. Agregue la vainilla y, si lo desea, agua de azahar. Agregue la mitad de los ingredientes secos, batiendo a fuego lento hasta que se mezclen. Repita con los ingredientes secos restantes (la masa será espesa).
Tamizar un poco de azúcar en polvo en un tazón pequeño. Forme bolas con cucharadas rasas de masa; rebozar en azúcar impalpable. Coloque 2 pulgadas de distancia en bandejas para hornear preparadas. Presione suavemente con el pulgar en el centro de cada bola.
Hornee durante 14 a 16 minutos (gire los moldes de arriba hacia abajo y de adelante hacia atrás después de 8 minutos) o hasta que estén dorados en la parte inferior y firmes al tacto (se inflarán y se agrietarán en la parte superior). Transferir a rejillas de alambre para enfriar. Si lo desea, cubra las galletas enfriadas con azúcar en polvo adicional y ralladura de limón.
Guárdelos en un recipiente hermético a temperatura ambiente hasta por 4 días (espolvoréelos con más azúcar glas si el azúcar se filtra en las galletas). Debido a la capa de azúcar, estos no son buenos candidatos para congelar.